Estos versos del primer disco de José Antonio Labordeta, Cantar | callar, de 1973, expresan bien la forma en que desde Aragón se miró durante un tiempo a la que acabó por ser la hermana mayor, la vecina rica a la que se observaba con una mezcla de «envidieta» (en expresión altoaragonesa) y admiración. Esta relación ha despertado siempre la curiosidad de investigadores y analistas, lo que ha motivado el desarrollo de exposiciones como la que bajo el mismo título vio la luz en 2018 organizada por la Diputación Provincial de Zaragoza, acompañada por el libro Tejidos de vecindad, coordinado por el catedrático de Historia de la Universidad de Zaragoza, Alberto Sabio, y por Víctor Lahuerta. Una lectura imprescindible para entender la relación entre dos pueblos hermanos.
Las relaciones entre Aragón y Cataluña han sido una constante histórica, mucho más allá de la Corona de Aragón —cuya naturaleza aún es objeto de polémicas e interpretaciones interesadas. Entre 1880 y 1980, más de medio millón de aragoneses emigraron a Cataluña. Barcelona se convirtió en la segunda ciudad con más aragoneses, después de Zaragoza.
En el plano económico, los porcentajes de la balanza comercial muestran a las claras una importante relación. A finales del siglo XX, entre el 61 % y el 69 % de la exportación agroalimentaria aragonesa, el 49 % de la metalúrgica, el 51 % de la maquinaria y el 56 % del material de transporte, estaban destinados a Cataluña. De las importaciones aragonesas, el 63 % de los alimentos y el 56 % del material de transporte procedían de Cataluña.
Aunque no hay datos recientes ni muy precisos —el último muestreo data de 2011—, se calcula que más de 80.000 personas tienen una segunda residencia en una comunidad limítrofe, con Salou (Tarragona) y Peñíscola (Castellón), como los dos primeros destinos. Migración, relaciones comerciales y destinos vacacionales son solo tres elementos de los muchos que podrían ejemplificar la relación de vecindad e intercambio que ha existido desde siempre entre Aragón y Cataluña.
La influencia llegó también al ámbito cultural y sociopolítico. Barcelona vio nacer importantes referentes del aragonesismo como la Unión Regional Aragonesista o la Juventud Aragonesista. José Antonio Labordeta cantó en el paraninfo de la Universidad de Barcelona el día que Salvador Puig Antich fue ejecutado, en 1974. Un año antes había publicado en Edigsa, editorial catalana, su primer disco, Cantar | Callar. La presencia de los cantautores aragoneses en Barcelona y otras localidades se hizo habitual. El 16 de junio de 1978, el concierto de nueva canción popular aragonesa en el Palacio de los Deportes de Montjuic reunió a más de 12.000 personas. Son solo unos ejemplos, pero permiten hacerse a la idea de lo fluido de la relación entre dos pueblos hermanos.
Ha habido tensiones, agravios…
Las relaciones de vecindad, no obstante, no han ocultado también momentos de tensión y sentimientos de agravio en Aragón que vienen de lejos. En la Edad Media, Aragón se quedó sin salida al Mediterráneo, mientras Cataluña y Valencia se convertían en la base expansiva de la Corona. Mucho después, los reiterados intentos de trasvase del Ebro —algunos de los cuales tenía como principal destinatario y beneficiario a Cataluña— o la construcción de embalses que anegaban valles aragoneses para la generación hidroeléctrica principalmente destinada al territorio vecino fueron sembrando una creciente sensación de agravio en la sociedad aragonesa. Con menor empuje económico e inferior en recursos y en inversiones públicas, no era raro que se viese a sí misma como la hermana menor de una Cataluña que crecía imparable mientras Aragón veía a sus gentes marchar, en muchos casos, al Este, como cantaba Labordeta.
…e importantes alianzas
En las últimas décadas algunos de estos elementos fueron cambiando. Dentro de Aragón, y no sin dificultades, se entendió la oportunidad que suponía poner en valor la diversidad cultural y lingüística de las comarcas limítrofes, muchas de ellas con población que tiene el catalán como lengua materna. Compartir tradiciones, rasgos culturales e incluso la lengua —con sus correspondientes peculiaridades—, normaliza las relaciones y ayuda a entender la idiosincrasia de los pueblos. A esto hay que unir la consolidación de intercambios comerciales entre los dos territorios, la movilidad de estudiantes y trabajadores, y el natural ir y venir a los centros sanitarios o educativos de referencia a un lado u otro de los límites autonómicos.
Se consiguió romper el histórico conflicto sobre el Ebro entre Aragón y Cataluña y se alumbró una alianza para defender el río.
Especial trascendencia tuvo en la afirmación de una buena vecindad la coincidencia en un elemento tan clave para Aragón como fue la lucha contra el trasvase del Ebro a Valencia y Murcia contemplado en el Plan Hidrológico Nacional del año 2000. Mediante relaciones trenzadas en primer lugar desde la sociedad civil, y más tarde entre los partidos políticos, se consiguió romper el histórico conflicto sobre el Ebro entre las dos comunidades y se alumbró una alianza que trabajó de forma conjunta tanto en España como en la Unión Europea para defender el río, que es tanto como defender el territorio y la sostenibilidad en la gestión del agua en toda la cuenca del Ebro. Los elementos identitarios no solo no fueron obstáculo, sino que se entendieron como fuente de diversidad y riqueza en una movilización que consiguió, desde el respeto a la diferencia, construir un objetivo común: la defensa de una nueva política del agua con la sostenibilidad del territorio como bandera.
Algo se rompió en 2017…
Los momentos más álgidos del procés generaron reacciones en la población aragonesa, diferentes según territorios. Mientras que en las comarcas limítrofes podía haber una mayor disposición a la comprensión del conflicto y la necesidad de superarlo mediante el diálogo, en el resto de Aragón se reaccionó con notable indignación hacia el independentismo. No había más que dar un paseo por Zaragoza para comprobar cómo los balcones se habían cubierto de banderas de España, no tanto como identidad propia, sino como muestra de rechazo al independentismo.
Aunque sería muy aventurado atribuir a las heridas abiertas durante el procés algunos cambios en las relaciones entre las dos comunidades, lo cierto es que hay datos que apuntan a esa herida, como el paulatino pero significativo descenso de estudiantes aragoneses en las universidades catalanas. Hay quien atribuye también a este rechazo al catalanismo la disminución de aragoneses empadronados en municipios catalanes, pero esa tendencia, es anterior al procés propiamente dicho.
Sea por la tensión generada durante el procés o por otras causas, de lo que queda constancia en numerosos trabajos, es que una parte de los aragoneses vivió ese momento como un rechazo también hacia ellos mismos. No se entendían declaraciones de desprecio por parte de líderes independentistas ni la ruptura de lazos emocionales. La sociedad más cercana a Cataluña, como se intenta reflejar en estas líneas, sintió de forma especialmente despectiva aquel movimiento. Esto, unido a la sensación de agravio previamente existente, fue utilizado por algunos líderes políticos para medir su compromiso por Aragón de forma proporcional a la distancia y beligerancia contra el gobierno catalán y en general, contra el catalanismo. Aragón podía haber tenido la oportunidad, como tierra de acuerdos que es, de jugar un papel activo en el diálogo entre Cataluña y el resto de España, pero no quiso, no pudo o supo jugar esa baza.
…y hay que recomponerlo.
En los últimos años, en Aragón existe una doble visión de lo que Cataluña representa. De una parte, permanecen lazos sociales estrechos, que, aunque se hayan podido deteriorar, siguen allí. De ello da cuenta el intercambio comercial entre las dos Comunidades, el todavía importante número de aragoneses empadronados en Cataluña, o el hecho de que la Costa Dorada —y en menor medida el resto del litoral catalán— continúa siendo el destino preferido de los aragoneses para pasar sus vacaciones, en muchos casos como propietarios de segundas residencias.
Por otro lado, en el plano político, los sucesivos gobiernos aragoneses que han existido desde 2017 han querido construir y reforzar su identidad por oposición a Cataluña y han convertido reclamaciones, perfectamente legítimas y justas, como las de las obras de arte de Sijena, en símbolo de oposición al independentismo. Un repaso a la hemeroteca y a las declaraciones de los principales líderes políticos muestra más la animadversión al momento político en Cataluña que la defensa de los intereses propios.
Los sucesivos gobiernos aragoneses que han existido desde 2017 han querido construir y reforzar su identidad por oposición a Cataluña.
El último desencuentro se ha vivido con la nonata candidatura conjunta a los Juegos Olímpicos de Invierno, que ha quedado varada ante la imposibilidad de entendimiento de ambos ejecutivos. Llama la atención que el debate no haya versado sobre la idoneidad y oportunidad de los juegos, sobre la opinión de los habitantes de los territorios más afectados o sobre los impactos sociales, económicos y ambientales. Ha sido la negociación de sedes la que ha paralizado un acuerdo que, visto en retrospectiva, era casi imposible, pues la negociación partía de una profunda desconfianza y muy poca generosidad. Máxime, en vísperas electorales donde los partidos que sustentan el Gobierno de Aragón han de volver a las urnas y quienes gobiernan en los ayuntamientos de una y otra Comunidad también.
Si se tiene en cuenta la historia cuesta pensar que se haya podido llegar a este punto. Posiblemente, la animadversión generada en los años más intensos del procés explique esta situación que tanto dolor causó, pero eso no oculta las oportunidades perdidas ni la irresponsabilidad que supone que los líderes políticos alienten el enfrentamiento y subrayen los desencuentros en lugar de trabajar para construir relaciones de cooperación y superar las dificultades. Aragón ha tenido la posibilidad de hacer valer el carácter de tierra de acuerdos que siempre ha sido, pero sus dirigentes han preferido encerrarse en el agravio. Está por ver que eso aporte ya adhesiones o ayude a ganar elecciones.