El dietarismo entendido tal como Valentí Puig (Palma, 1949) lo practica desde su primer libro, Bosc endins (1982), es un género literario despreocupado de las formas, proclive a enseñorearse de todas las libertades, como si nada fuera ajeno a sus intereses: los pensamientos y los sueños, la ficción, los comentarios del autor sobre sí mismo mientras intensifica el espesor de su imaginario, los acontecimientos importantes o insignificantes de la pluralidad del mundo, los accidentes mínimos de cada día y los cataclismos mayúsculos de la historia. Más allá de la acumulación ingente de fechas y datos, Valentí Puig demuestra que un dietario se escribe para testimoniar una época, para recobrar la salud y combatir la ansiedad, para conjurar los fantasmas personales, para evitar que el paso del tiempo sea una variable del caos, para mantener a punto y bien entrenada la vocación y el placer de escribir, muy lejos de los desesperantes calendarios de notas en los que tan solo se hace constar monótonamente el eterno retorno de los días y el tedio de los hechos.

En Casa dividida, el dietario del año 2022, Valentí Puig inspecciona el horror y las enfermedades que afectan al organismo o al alma del mundo y se examina a sí mismo bajo el microscopio de su propia prosa, lo cual lo lleva a efectuar un implacable examen de conciencia —sin olvidar, sin embargo, la cortesía de empañar un poco la superficie del espejo para que no se sepa muy bien cómo es—; y escribir una frase puede convertírsele en un aligeramiento que lo lleva, como una consecuencia natural o lógica, a rendir culto a las admirables y voluptuosas extrañezas que conlleva la gracia de estar vivo: es la necesidad de precisar la trascendencia con una notable intensidad.

Quizá todo este repertorio dispar de funciones puede reducirse a la eficaz fórmula arcaica que recomendaba conocerse a sí mismo, aunque no sería desconcertante creer que Valentí Puig también escribe sus dietarios para saber en qué se está transformando en el momento de escribirlo, cuál debe ser la dirección imprevisible hacia donde lo encaminarán los cambios de humor, las opiniones, las dudas y las certezas que le van generando los bienestares, las anemias, los momentos críticos y las catástrofes de la realidad «Cuando digo algo, pierde enseguida y definitivamente su importancia; cuando la escribo, también la pierde siempre, pero a veces adquiere otra nueva», anotó Kafka en su dietario.

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