«Quien no la quiera votar en Santa Coloma es que no quiere a la ciudad tampoco», aseveraba el presentador de Radio TeleTaxi, Justo Molinero, en una entrevista a cuatro días de las elecciones municipales en las que Nuria Parlón (PSC) revalidaría el cargo de alcaldesa por cuarta vez. La cita, entonada como una máxima inapelable, refleja el grado de fidelidad del electorado colomense que ha acudido a las urnas para ratificar la mayoría absoluta de los dos últimos mandatos.

En un país en que la estabilidad política es una rara avis, algunos se preguntan por la fórmula del éxito de Parlón. Otros, en cambio, lo atribuyen a dos ingredientes básicos, ajenos a la alcaldesa: el rojo que tiñe el cinturón metropolitano y la falta de una oposición real. Y es que lejos de hacer peligrar su revalidación, la irrupción de Gabriel Rufián como candidato de ERC por Santa Coloma ha tenido un doble efecto revitalizador para Parlón. Por un lado, le ha servido para reivindicarse como una «auténtica colomense», de las que nunca ha dejado de lado su ciudad. Y por otro, ha puesto los comicios en el ring mediático, reavivándose como una pieza a tener en cuenta en el tablero político catalán.

Durante sus tres mandatos, la alcaldesa ha sabido crear un sello propio sostenido en dos pilares: la proximidad con los vecinos y un nuevo aliento de modernidad, en un momento en que a su partido se le exige un buen lavado de cara. Parlón es de las que «no se pierde ni una» y no sorprende que haga acto de presencia en un compendio infinito de fiestas tradicionales, recitales de todos los géneros y edades, ferias gastronómicas o carreras benéficas. Actos donde, a medida que se acerca el periodo electoral, recibe un mayor baño de masas, directamente proporcional a la edad de sus votantes.

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