A finales de los años 70, una joven actriz francesa llamada Isabelle Huppert viajó a Estados Unidos para interpretar a la protagonista femenina de La puerta del cielo (1980). Se trataba del tercer largometraje de Michael Cimino, que había llegado a lo más alto de Hollywood con su película anterior, El cazador (1978), galardonada con cinco oscars, incluidos los correspondientes a mejor película y mejor director. Pero La puerta del cielo no solo fue un estruendoso fracaso de público y crítica, sino que además precipitó la quiebra de United Artists, la legendaria productora fundada en 1919 por Charles Chaplin, David W. Griffith, Mary Pickford y Douglas Fairbanks.
El cine americano, a las puertas de los años 80, estaba dejando atrás su época dorada y enfrentándose a un futuro incierto, en el que todavía chapotea. Y, de rebote, el cine europeo se veía obligado a pagar las consecuencias de aquel estropicio, de modo que también el cine de autor inaugurado con la Nouvelle Vague francesa entró en irreversible crisis. Nada volvería a ser igual para la cinefilia, un viaje sin retorno que empezó entonces con la tímida irrupción de la moda de las multisalas y está culminando ahora con el reinado de las plataformas. Huppert, sin embargo, regresó tranquilamente a Francia y empezó a consolidar una de las filmografías más ricas e imprevisibles del cine de los últimos 50 años.
Los tiempos estaban cambiando y Huppert parecía encontrarse cómoda en medio de la confusión, en pleno ojo del huracán. A la vez que, en el film de Cimino, se codeaba con Kris Kristofferson y Christopher Walken, dos luminarias indiscutibles del Hollywood de la época, protagonizaba los últimos trabajos de André Téchiné (Las hermanas Brontë, 1979), Jean-Luc Godard (Sálvese quien pueda, 1980) o Maurice Pialat (Loulou, 1980), tres de los cineastas más arriesgados del cinéma d’auteur francés. Y lo hacía con sendas interpretaciones cuya indudable solidez escondía la misma fragilidad, inquietante y misteriosa, que ya había dado a ver en La encajera (1976), del olvidado Claude Goretta, su primer papel protagonista.