¿Quiénes somos?
Primero fue cuestión de detectar el problema. Nada difícil. Al contrario. El problema, es decir, el vacío político, los déficits de diálogo, la necesidad de abrir un amplio espacio de debate y reflexión, lo conocíamos desde hacía mucho tiempo. La novedad la aportó este pasado otoño catalán, un fracaso en toda regla que dejará heridas por mucho tiempo. Tenemos para cinco o diez años como mínimo, nos dijimos justo cuando nos encontramos por primera vez en febrero de este año.
Lo que más echábamos de menos era aquella plaza grande, acogedora y abierta a los cuatro vientos, que constituyó el catalanismo político durante casi cien años; el lugar del trabajo, del pragmatismo, de la capacidad de acuerdo y de pacto, que había posibilitado los extraordinarios niveles de autogobierno que hemos disfrutado, el reconocimiento de la lengua, el prestigio de las instituciones, la contribución catalana a la democracia constitucional española, la vocación europeísta, todo lo que ahora parecía empezar a evaporarse.
Decidimos que había que abrir de nuevo este espacio y hacerlo como exige la época, en el terreno digital de internet, y como corresponde también a la exigencia cultural de siempre, a través de una sólida publicación en papel, de frecuencia mensual. Elegir y registrar el nombre fue el siguiente paso. Después, todo fue cuestión de constituir la sociedad editora, diseñar la página web y la publicación y realizar a la vez el primer ensayo general de cómo podíamos funcionar: el número cero.
En el núcleo inicial hay un puñado de periodistas y colaboradores de medios. También un economista y un jurista, un editor y un consultor político. Pocos, pero muy abiertos a las contribuciones de todos y muy bien avenidos en la necesidad de construir desde abajo, con tanta humildad como ambición, con modestia de medios pero con la resolución suficiente como para hacer camino rápido y sin desfallecer. Y con mucho sentido colectivo y coral: este es un trabajo político y cívico de vuelo y duración largos, que exigirá muchos esfuerzos y, por tanto, mucha gente.