En las últimas semanas hemos hablado y oído hablar mucho del Sahara. Este es un debate que viene de lejos y, por tanto, es ciertamente complejo.

Si bien antes de la Transición ya era un asunto espinoso por diferentes motivos, desde que España, en los últimos compases del régimen, se retiró del Sahara Occidental y facilitó que Marruecos y Mauritania dominaran el territorio, los vaivenes y la ambigüedad han sido un continuo en la política exterior española y una fuente de incomodidad para los sucesivos gobiernos del Estado.

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